La Patética, crítica teatral

27 May 2025

Tras varios años sin anunciarse un espectáculo teatral dirigido por Miguel del Arco, quizás algo a lo que no es ajeno el cierre, por enero del año 2021, del espacio vinculado al más que interesante proyecto del Teatro Kamikaze, impulsado por él mismo, junto a Jordi Buxó, Aitor Tejada e Israel Elejalde, que durante varias temporadas inyectó un vigorizante impulso, repleto de energía y talento, a la cartelera madrileña, acotando un periodo que podríamos enmarcar con el atronador éxito de ‘La función por hacer’ (2009), junto a piezas que ya son referencias históricas del repertorio teatral, como ‘Juicio a una zorra’ (2011), ‘Antígona’ (2015) o ‘Misántropo’ (2014), trufadas de otras destacadas obras, desde ‘Refugio’ (2017) a ‘La señora y la criada’ (2020), pasando por ‘Tebas Land’ (2018), ‘La noche de las tríbadas’ (2017), ‘Ilusiones’ (2018) o ‘Ricardo III’ (2019); llega al Teatro Valle-Inclán, de la mano del Centro Dramático Nacional, el nuevo, y esperado trabajo, del reputado dramaturgo y director, titulado ‘La Patética’, y lo hace acompañado de su sempiterno Israel Elejalde, algo más que su actor de referencia, rodeado de algunos otros de sus habituales colaboradores.

“Nadie es brillante 24 horas al día”

La elección del título ya es un primer paso en la dirección elegida por el autor. ‘La Patética’ es el título de la última pieza creada por el compositor Piotr Ilich Chaikovski, quien la estrenó en San Petersburgo nueve días antes de su muerte, pero también es un término lingüístico con un determinado significado en castellano, que la RAE concreta en ‘que conmueve profundamente o causa un gran dolor o tristeza’, y ese es el componente esencial que se deja paladear desde los primeros momentos de esta ‘La Patética’, que Miguel del Arco nos presenta: una profunda tristeza. 

“Las malas críticas hay que leerlas, siempre, sentado en el váter”

Por supuesto que hay guiños de comedia, incluso de esperpento, concretamente a través de las recreaciones de personajes que se confían a Francisco Reyes que, especialmente en el rol de ‘crítico’, nos regala los momentos más delirantes de la propuesta, que son muy de agradecer.

“El país más hermoso es aquel en que no se está”

‘Pedro Berriel’, el protagonista de esta pieza, director de orquesta de 53 años, se encuentra inmerso en la grabación de la Sinfonía nº 6 Chaikovski, al tiempo que vive las secuelas de una terrible enfermedad que le aboca a la fase terminal de su existencia, ello le genera una sensación de revisionismo sobre su propia vida, tanto en el plano personal, junto a ‘Jon’, su marido, como en el profesional, lo cual le anima a aceptar una invitación para acudir a Moscú y dirigir ‘La Patética’ dentro del acto de clausura del Concurso Internacional Chaikovski, aunque sea el homófobo Vladimir Putin quien presida el acto.

“La excelencia no es un lugar donde llegar, es un acto del camino”

Las disquisiciones interiores de ‘Pedro‘ no las mantiene solo consigo mismo, sino que el espíritu de ‘Chaikovski‘ le acompaña, rol que encarna Jesús Noguero, interactuando con él ante cualquier situación, tanto en el plano musical, como en su propia libertad, también sexual.

“Cualquier mujer rusa te haría olvidar ese vicio occidental”

La primera escena, con el director ‘Pedro Berriel’ dirigiendo las notas más conocidas de ‘La Patética’ subido a un atril deberían conmover, pero ese, que debería ser un momento culmen, no consigue ser creíble, y esa credibilidad es el principal problema, más allá de las dificultades de la trama, cuyo ritmo se resiente en diferentes momentos. Israel Elejalde (Vania x Vania, Finlandia, Lo fingido verdadero, Traición, Ricardo III, Un enemigo del pueblo (Ágora), Los mariachis, Tebas Land, Refugio, La clausura del amor, La fiebre, Misántropo) no parece sentirse cómodo en el personaje y lo mismo sucede con Jimmy Castro (La ola) al representar a ‘Jon’, su marido. El elenco lo completan, además de los ya mencionados Francisco Reyes (Un enemigo del pueblo [Ágora], El tratamiento, Los mariachis, La autora de las meninas) y Jesús Noguero (El pato salvaje, El bar que se tragó a todos los españoles, Galdós, sombra y realidad, Naufragios de Álvar Núñez, Los otros Gondra, Luces de bohemia, Consentimiento, La noche de las tríbadas, El alcalde de Zalamea), Inma Cuevas (La casa de los espíritus, Monsieur Goya, una indagación, Mrs. Dalloway, El ángel exterminador), desenvuelta en todos los roles femeninos que encarna, junto a Manuel Pico (Abre el ojo, Quijotes y Sanchos) y Juan Paños (María Luisa, La cabeza del dragón, La distancia) que recrea a un ‘Putin‘ demasiado obvio, personaje muy cercano al incluido por Sanzol, en este mismo espacio escénico, dentro de  ‘Fundamentalmente fantasías para la resistencia’. 

“La buena vida es aprender a morir”

El espacio escénico diseñado por Paco Azorín, representa un estudio de grabación, con sus paredes acolchadas, con la suficiente versatilidad para acoger los diferentes pasajes de la pieza, contando con las adecuadas prestaciones de David Picazo en iluminación, Sandra Vicente en sonido y  Arnau Vilà en composición musical. El diseño de vestuario es de Ana Garay y en ese campo nos surge alguna duda con la opción elegida de que diferentes personajes interpretados por Inma Cuevas y Juan Paños, mantengan el mismo atuendo en dos escenas concatenadas, en las que pasan de representar a unos muy diferentes personajes; respectivamente, a una soprano y a ‘Putin‘, para hacerlo, a continuación, a los padres de ‘Pedro‘.

“¿Habrá música después de la muerte?”

Esta pieza de ‘La patética’, inspirada según su autor en ‘Morir’ de Arthur Schnitzler, es una sugerente idea que no termina de ser lo que promete inicialmente, con un final con algo más que tics surrealistas, aunque contiene las señas de identidad del saber hacer y buen oficio de Miguel del Arco, así como del contrastado y experimentado equipo del que se rodea, con producción del Centro Dramático Nacional y Teatro Kamikaze.

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