Finlandia, crítica teatral

30 Sep 2022

 

Las más altas expectativas son lo que esperaba el estreno de la obra teatral ‘Finlandia’; tan altas que antes de alzarse el telón, en termino eufemístico, pues no se hizo recurso a él en el montaje realizado en la Sala José Luis Alonso, del Teatro de la Abadía, las entradas disponibles, para todas y cada una de las funciones previstas, hasta el 23 de octubre de 2022, estaban ya absolutamente agotadas. Expectación en grado sumo.

“La expectación es esa : El silencio”

Pascal Rambert, dramaturgo muy vinculado a proyectos de Kamikaze Producciones y a la añorada etapa que lideraron al frente del teatro Pavón, vuelve al tema de los conflictos de pareja, tras propuestas como ‘La clausura del amor‘, ‘Ensayo‘ y ‘Hermanas‘, escribiendo el texto de su nueva obra con el pensamiento puesto en los intérpretes que la estrenarían, Irene Escolar (Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach, Blackbird, Un enemigo del pueblo (Ágora), El público) e Israel Elejalde (Lo fingido verdadero, Ricardo III, Un enemigo del pueblo (Ágora), Los mariachis, Tebas Land, Refugio, La clausura del amor, La fiebre, Misántropo), hasta el extremo que los personajes creados se llaman ‘Israel’ e ‘Irene’, y ambos son actores.

La trama podría ubicarse fisicamente en cualquier lugar del mundo, pero el elegido es Finlandia, país nórdico, donde, al menos, seis meses al año las temperaturas se sitúan bajo cero, aunque como contrapartida lidera la clasificación de menor corrupción mundial, líneas rectas en su arquitectura, colores neutros en su decoración, con formas educadas y corteses en su sociedad, como si un manto de nieve cubriera también sus formas de hacer. Y bajo ese enmarque físico estalla un volcán, dejando brotar el magma del odio que solo es capaz de generarse en aquello que se ha conocido, más que eso, incubado en lo que se ha amado.

“Eres un fracasado, un tío que no ha llegado a nada”

‘Irene‘, con una intensa y reconocida actividad cinematográfica, está en un rodaje en Finlandia, dentro de una producción china, en guiño del emergente poder económico del gigante asiático, en ese viaje se ha hecho acompañar por su hija, ‘Nina‘.

‘Israel‘, marido de ‘Irene‘ y padre de la hija que tienen en común (‘Nina‘), actor teatral, anclado en los principios que la izquierda clásica reinvidica desde antes de la caída del muro de Berlín, recorre los cuatro mil kilómetros que separan el madrileño barrio de Lavapiés, de Helsinki, con el objetivo de recuperar a su hija … y quizás también a quien aún cree amar; donde un minimalista hotel con aires de Ikea, en el que destacan el vidrio, los perfiles de aluminio y los volúmenes limpios; excepcionalmente recreado por el propio autor, también director y escenógrafo; que como dramaturgo se permitió el lujo de entregar a Escolar y Elejalde sus textos sin signos de puntuación (todo escrito seguido), para que los propios actores explorasen la forma de decir, cuando callar, cuando poner énfasis y cual sería la velocidad adecuada para expresarlo en cada momento.

“El macho a batir”

Mientras el público termina de acomodarse en una función de estreno repleta de ‘célébrités’, a las que cubriremos con un manto de discreción. La escenografía, magnífica a partir de un cubo que recrea una funcional habitación del hotel (nunca con menos hemos viajado más kilométros a través de nuestra propio cerebro), que es visible desde el patio de butacas, con las luces propias de la madrugada, es decir escasas; entre las que destacan los números reflectantes del despertador que actúa como fedatario del tiempo real que estamos viviendo; según su pantalla comenzamos a las 3h56’ de la madrugada y a las 5h26’ sonarán los aplausos que saludarán a los protagonistas. Lo que sucede, sucede a través de 90 intensos minutos, medibles en nuestra propia dimensión temporal. Ocurre, acontece, lo vivimos.

“El puro cliché de la madre contemporánea”

Tras unos minutos que dejan claro nuestro papel de ‘voyeurs’ sobre lo que sucede, ‘Israel‘ enciende las luces e inicia un primer alegato dirigido a ‘Irene‘, las hostilidades no han hecho más que empezar.

Cada parrafada del uno es respondida por el otro con no menor carga dramática, sino exactamente al contrario. No todas las frases dichas tienen la misma intensidad, pero la excelencia requiere de momentos ‘valle’, y aquí también los hay. Rambert sabe elegir la ocasión para trufar dos episodios de silencio que mejoran la trama, e incluso una escena de cama, no exenta de pasión, que sirve como canal de expansión para tanta furia vivida e incubada.

“En realidad consigo hacer el amor con cualquier cuerpo”

El duelo interpretativo es mayúsculo. Tanto Israel Elejalde, como Irene Escolar, nos han brindado ya grandes trabajos actorales, pero el esfuerzo que aquí se les requiere es colosal, hasta el extremo que Irene acude al saludo al público con lagrimas en los ojos y sin haber conseguido aún, en ese momento, salirse del personaje y de las emociones que le exige.

El conflicto que escenifican los personajes de ‘Irene’ e ‘Israel’, no es fatuo, ni gratuito, sino absolutamente oportuno y contemporáneo, editorializando la época en la que estamos viviendo, que, entre otras muchas cosas, también alcanza a las relaciones de pareja y los roles de género.

“¡Yo no soy ese cabrón que describes!”

Pocas veces unas altas expectativas han devenido en una tan alta satisfacción sobre un espectáculo teatral, ripio que se suma al hecho de acudir al estreno absoluto de una dramaturgia que aporta adecuados adjetivos calificativos al momento actual que estamos viviendo a la altura de esta tercera década del siglo XXI. Brillantes Irene Escolar e Israel Elejalde, acertadísimo Pascal Rambert, tanto como escenógrafo, como director teatral y como dramaturgo, en un espectáculo teatral imprescindible, desde luego en esta temporada 2022/2023, pero también más allá de ella, en el tiempo futuro, para entender a estos idealistas desfasados, además de seguramente trasnochados, y a las damas coetáneas a ellos.

 

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