Los santos inocentes, crítica teatral

24 May 2023

En un época como la que vivimos actualmente, donde las películas superan, con excesiva frecuencia, las tres horas de duración, los libros parecen tener que extenderse siempre por encima de las 500 páginas, y las series televisivas se imponen como contenido de ocio, incumpliendo celebres afirmaciones como ‘lo bueno si breve, dos veces bueno (refranero español) o ‘cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo‘ (Mario Benedetti), volver a evidenciar que una buena historia no depende de la longitud de su extensión, sino, con frecuencia y exactamente, de lo contrario, como ocurre con la novela ‘Los santos inocentes‘, de Miguel Delibes, cumbre de la narrativa española del siglo XX que, sin superar las 150 páginas, es un evocador ejemplo que pone el acento en la excelencia de la historia que se comparte y no en los kilos de papel sobre los que está escrita.

“Lo principal es la escuela, instruirse…”

Los santos inocentes, crítica teatral

La obra creada por Delibes fue publicada en 1981, aunque la trama que se desarrolla se ubica en la década de los 60’s del siglo XX en una zona rural de la España de mitad de esa centuria, siendo llevada a la gran pantalla por Mario Camus, de forma temprana, en 1984, constituyéndose en un éxito absoluto que la situó como referencia literaria española, recibiendo toda una serie de premios y galardones en su versión cinematográfica.

Casi cuarenta años después, y por primera vez, esta obra es representada sobre la escena teatral, con adaptación de Fernando Marías y Javier Hernández-Simón, quien también dirige la propuesta.

Los santos inocentes, crítica teatral“Me orino en las manos cada mañana, para que no me se agrieten”

Valladolid, ciudad natal de su autor, fué elegida como sede de los primeros pasos de esta pieza, iniciando en ella una amplia gira teatral que ahora llega hasta la Sala Fernando Arrabal de ‘Las Naves del Español‘, en Matadero Madrid, donde permanecerá programada hasta el 11 de junio de 2023.

El espectáculo de GG Producción Escénica y Teatro del Nómada en coproducción con Carallada!!, AJ Claqué, María Díaz Comunicación, Mardo, Juan Carlos Castro, Saga Producciones y Diodati se mueve, aporta su propia visión sobre el texto escrito por Delibes, siendo fiel a él, incluyendo la referencia al personaje de ‘Ireneo, hermano de ‘Régula y ‘Azarias, del que la primera afirma ‘Franco lo mandó al cielo‘, pero evitando cualquier tentación de imitación de la versión cinematográfica y a los tics creados por su recordado elenco.

“Luego no servirán ni para finos ni para bastos»

El primer acierto está en la asceta escenografía diseñada por Ricardo Sánchez Cuerda quien con pocos elementos, entre los que destaca una montonera de muebles apilados, en señal de mudanza inacabada, que también sirven como árboles o riscos en algún momento, y una gran bandada de pájaros que permanentemente coronan la acción -‘Milana, milana bonita…‘-, todo ello enmarcado en un fondo escénico en el que destacan tres puertas, de las que la central ubica la Casa Grande, la de los señores, y optimizado por la sapiencia y oficio de Juan Gómez-Cornejo e Ion Anibal en la iluminación. Eficaces aportaciones de Elda Noriega en el vestuario y Álvaro Renedo en la música original y el espacio sonoro.

escenografía

Javier Hernández-Simón acierta en el ritmo marcado en su dirección y en poner el foco en la sencillez, dando protagonismo a la secular sobriedad de las tierras natales de Delibes, sin artificios, generando las condiciones para que la palabra del autor vallisoletano y las interpretaciones del magnífico elenco actoral sean los verdaderos protagonistas.

“Tú, en la Casa Grande, oír, ver y callar.”

Javier Gutiérrez (Principiantes, ¿Quién es el señor Schmitt?, Los Mácbez) interpreta a ‘Paco el bajo’ acertando en los perfiles de fidelidad, sumisión y, a pesar de todo, agradecimiento a su ‘señorito’; con Luis Bermejo (Los que hablan, Los mariachis) que se sumerge en su creación de un ‘Azarías’ inocente, un punto infantil, con el mismo sentido de la justicia de un animal del campo, alma libre y, por tanto, no sujeta a las convenciones sociales; Pepa Pedroche (Enrique VIII y la cisma de Inglaterra) brilla en su recreación de ‘Régula’ aportando a su personaje grandes dosis de pragmatismo y de sentido común, por más vicisitudes que les acontezcan a ella y a su familia. Jacobo Dicenta (Hedda Gabler) compone un convincente ‘señorito Iván’ tan déspota como la visión que su personaje tiene de sí mismo y de cómo son las cosas: ‘Escopeta en mano y con los pájaros es como se sabe quién es uno….  Junto a ellos Yune Nogueiras creíble como ‘Nieves’ para quienes sus padres querían un futuro más allá del de sus vidas, pero que entró al servicio de la casa grande, siendo objeto de las miradas lascivas del ‘señorito Iván’; Marta Gómez (El médico de su honra) y José Fernández quienes se desdoblan eficazmente en los personajes de la ‘Marquesita’ y de la ‘Niña Chica’, y de ‘Quirce’ y ‘René’ (el embajador francés), de forma respectiva; Fernando Huesca interpretando a  D. Pedro’, asalariado y vejado por su ‘señorito’ y ‘D. Manuel’ (el médico); y Raquel Varela (El ángel exterminador, Don Juan Tenorio) como ‘Doña Pura’, personaje atrapado por sus ansias de progresar en la escala social, que toma su nombre de la seca ironía castellana del autor. Todos ellos, en conjunto, alcanzan un sólido desempeño actoral.

Los santos inocentes, crítica teatral

«De aquí ya no salimos. Ni la ‘Niña Chica’ ni yo. Yo tampoco tengo piernas, Nieves… Una mujer, con piernas. De las tres eres tú la única que tiene piernas. ¡Adiós, hija!.»

Miguel Delibes escribió una gran novela en las ciento cincuenta páginas que la componen, en ella describió los perfiles de la sociedad española de mitad del siglo XX, algunos de cuyos tics son reconocibles en nuestra contemporaneidad; su versión cinematográfica forma parte de la gran filmografía española, con personajes ya incluidos dentro de la iconografía de los recuerdos de varias generaciones y esta versión teatral suma en positivo, manteniendo las señas de identidad creadas por su dramaturgo, pero con personalidad propia.cartel

“A mandar …que para eso estamos”

Un recomendable espectáculo que debería formar parte de las iniciativas docentes para acercar al máximo número de  estudiantes posibles hasta él, a fin de ayudar a entender donde se hicieron fuertes las raíces de algunos comportamientos de la reciente historia de nuestra España. Delibes describió el uso y abuso de privilegios que forman parte de la masa heridataria de jerarquías familiares que perduran, de fortunas y de miserias, pero también de un sueño y del futuro, representado por los personajes de ‘Nieves’ y ‘Quirce’, mientras a lo lejos siguen resonando aquellas palabras de ‘A mandar …que para eso estamos‘.

 

 

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