El Médico de su Honra, crítica teatral

18 Jun 2021

El 17 de abril de 1986 la primera obra montada por la Compañía Nacional de Teatro Clásico, fue estrenada en el Teatro Nacional Cervantes, de Buenos Aires, correspondiendo dicho honor a “El Médico de su Honra” sobre texto de Pedro Calderón de la Barca, dirigida por Adolfo Marsillach, a la postre primer director de la CNTC.  

Siempre creí que ‘El Médico de su Honra’ era el mejor de todos los montajes que hice para la Compañía Nacional de Teatro Clásico. No sólo por ser el primero y señalar el camino elegido, sino porque me parecía, y me sigue pareciendo, el más hermoso y el más arriesgado. La tentación de reponerlo era muy fuerte”. (Adolfo Marsillach, 1998) 

 

cartelEl montaje fue representado por primera vez en España el 24 de mayo de ese mismo aprograma Clásicos Alcalá ño, 1986, en el Teatro Álvarez Quintero, de Sevilla, y el 23 de octubre en el Teatro de la Comedia de Madrid.

Ahora, al cumplirse los 35 años de aquel montaje, el Festival Iberoamericano del Siglo de Oro de Alcalá de Henares, ha tenido el acierto de recuperarlo para la apertura de su edición de éste 2021 a partir de los elementos principales utilizados en la recreación dirigida por Marsillach en 1986.

 

Mi dirección escénica se quiso mantener en una calculada neutralidad…  Para mí el teatro no tiene el deber de dar soluciones -a menos que esté al servicio de una propaganda sectaria- su grandeza reside en la pregunta y en la desazón que el interrogante produce en los espectadores” (Adolfo Marsillach)

 

Lo primero que hay que reseñar de este montaje es la total actualidad que tiene su puesta en escena dirigida por Roberto Alonso Cuenca, quien fue estrecho colaborador de Adolfo Marsillach, recreando a través de las hábiles manos de Ricardo Sánchez CuerdaIon Anibal y Elda Noriega, la escenografía, la iluminación y el vestuario tal como fueron ideados esos elementos técnicos en su día por Carlos Cytrynowski, volviendo a utilizar, acertadamente, la música original creada por Tomás Marco en 1986 para su estreno.

El Médico de su Honra, crítica teatral

La propuesta, y visión, concebida por Adolfo Marsillach, en 1986, para “El Médico de su Honra” envejece estupendamente, manteniendo total vigencia.

“En los desengaños, cada minuto son años”

Acertadísimos detalles como la forma de entrada de los personajes en escena a través de rampas inclinadas entre el nivel superior de la escenografía y el escenario, con el hábil recurso de los cuatro “personajes anónimos” eficaces desde el punto de vista de movimiento escénico, además de añadir un cierto guiño de teatro contemporáneo a una propuesta creada en el siglo XVII, recreada con absoluto respeto al original.

 

El Médico de su Honra, crítica teatral

La trama, vista desde los ojos de nuestra actualidad en este siglo XXI, donde el foco está en la obsesión de un hombre, don Gutierre, respecto a la supuesta deshonra que le supone el cortejo de un principie real, el infante don Enrique, hermano del rey don Pedro I de Castilla, a su esposa doña Mencia, más por ser él objeto de deshonor a la vista de terceros, que por reales celos, podría pecar de desfasada, pero el interés reside en la visión con la que Marsillach optó por representarla, presentando los hechos objetivos para que el publico, por si mismo, decidiera, hasta afirmar al respecto: “Mi dirección escénica se quiso mantener en una calculada neutralidad…  Para mí el teatro no tiene el deber de dar soluciones -a menos que esté al servicio de una propaganda sectaria- su grandeza reside en la pregunta y en la desazón que el interrogante produce en los espectadores”.

“Soy para amante más, lo que para esposa menos”

La diferente forma de decir el verso es lo que marca el desempeño entre unos interpretes y otros, destacando en la parte positiva Manuel Navarro, como el Rey don Pedro, José Manuel Seda, como don Gutierre y Verónica Ronda como doña Mencia. A reseñar la aportación de David Bueno, divertido y desenvuelto en su recreación del bufón Coquin, lacayo de don Gutierre, en el papel, seguramente, más agradecido del reparto. Junto a ellos completan el elenco Álex Gadea (don Arias), Jorge Mayor (don Diego), Marta Gómez (Jacinta), Antonia Paso (Leonor), Fermí Herrero (Ludovico) y Sergio Otegui (don Enrique) quien acusa las mayores dificultades con la rima.

El Médico de su Honra, crítica teatral

Eider Badiola, Sara Cifuentes y Sara Mata componen el grupo de esclavas y Raúl Amores, Iñigo Moro, Andrés Requejo y Tue de Storduer el conseguido grupo de los cuatro “personajes anónimos” que se convierten en una de las señas identidad, para bien, del espectáculo.

“Sin luz y sin razón, dos veces ciego”

Oportuna y pertinente esta recreación del montaje ideado y dirigido por Adolfo Marsillach en 1986, absolutamente vigente en su puesta en escena, aunque la historia de la que habla Pedro Calderón de la Barca en ella pueda pecar de un cierto desfase temporal con nuestra contemporaneidad, a pesar de ciertas conductas violentas de personas que hoy siguen sin entender, ni aceptar, que nadie, ningún ser humano, es propiedad de otra persona, ni en un sentido, ni a la inversa.

 

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