Los farsantes, crítica teatral

02 Jun 2022

Un reputado director de cine (Diego Fontana), al que el éxito de su carrera filmográfica lleva hasta Los Ángeles para dirigir una serie con la ‘estrella‘ estadounidense más famosa del momento; una actriz (Ana Velasco), hija de un legendario creador cinematográfico (Eusebio Velasco) que priorizó su obra sobre los gustos comerciales, viviendo ahora apartado del mundo mediático, entre cuyos admiradores estuvo, y está, el afamado cineasta de la actualidad reclamado desde Hollywood, que sigue buscando su lugar en la escena, con exigencia, mientras tiene que ir viviendo gracias a empleos alejados del que es su sueño. Personajes entrecruzados entre la realidad y la ficción, atrapados, a horcajadas, en los diferentes tiempos del presente, el pasado y un futuro vivido con angustia y con demasiadas expectativas por cumplirse. Todos ellos marcados por la industria del arte y la creación, alguno tocado ya por la púrpura, con el reto de mantenerse, aunque sea en el altar del recuerdo, otros luchando por alcanzar la gloria, aún pareciendo que la distancia a ella es cada vez mayor.

elenco

“Soy actriz. Yo digo las palabras que otros han escrito”

Pablo Remón (‘Los mariachis‘, ‘Doña Rosita, anotada‘)  vuelve a un universo ya tratado en ocasiones anteriores, como en ‘El tratamiento‘, poniendo el foco en la industria de la creación escénica, sea cinematográfica o teatral, con una cierta visión endogámica del mundo, pues hay vida más allá de esa actividad y las profesiones que en ella encuentran ocupación, y lo hace volviendo a contar con parte del elenco del proyecto ya mencionado, realizado en el año 2018, repitiendo con Bárbara Lennie y Francesco Carril.

Los farsantes, crítica teatral

Según la Real Academia Española (RAE) la palabra farsante tiene un doble significado, por un lado es el adjetivo de quien “finge lo que no es o no siente” en la vida real y por otro define al “actor de teatro, especialmente de comedias” y Pablo Ramón juega en su propuesta con esa doble acepción, haciendo que los únicos cuatro actores protagonistas viajen por diferentes espacios y tiempos, interpretando hasta veintiocho diferentes personajes: tres en el caso de Bárbara (Ana, Violeta y Verónica del Rey), cinco por parte de Francesco (Narrador, Autor, Alumno pilates, Alex Ávila y Fernando), ocho en el caso de Javier (Diego, Eusebio, Gonzalo, CDN1, Padre de Rebeca, Hermano del autor, Abuelo del autor, José Luis y Arman) y once por parte de Nuria (Lucía, Otro alumno de pilates, Olga, Narradora, Dorothy, CDN2, Rebeca, Mujer del autor, Merche, Teresa y Angelines), hablando del teatro y de las profesiones vinculadas con el espectáculo y el mundo audiovisual, en una reflexión sobre los roles que desempeñan en la ficción, pero también, y especialmente, en la vida en el permanente, e inestable, equilibrio entre el fracaso y el éxito.

“Las relaciones paternofiliales son un conflicto eterno”

Ana quiere ser actriz, algo que ella misma ya se considera a pesar no haber conseguido el reconocimiento de la industria del espectáculo y el público, lo cual la obliga a malvivir a través de diferentes trabajos que no la satisfacen, mientras el tiempo pasa. Diego Fontana tiene lo que ella no alcanza, éxito y reconocimiento, pero en su interior su mayor ansia es hacer verdaderas obras de arte como las firmadas por Eusebio Velasco, a la sazón, y en acertada metáfora construida por Pablo Remón, padre de Ana. La insatisfacción atraviesa a los tres personajes esenciales, en una recreación de la vida misma.

Los farsantes, crítica teatral

Las diferentes tiempos y los diversos lugares en los que transcurre la trama, obligan a una escenografía exigida por ello, ante cuyo reto Mónica Boromello construye en espacio en dos alturas con gran protagonismo para la parte central del nivel bajo, que termina por condicionar un uso marginal de algunas zonas del decorado, como sucede con el lugar superior izquierda (visto desde la platea) donde se recrea el avión en el que vuelve de Los Ángeles Diego Fontana, o el pequeño bar recreado en la parta baja derecha (visto desde la platea) que solo tiene uso en la última escena de la propuesta. Adecuadas aportaciones en el montaje de la iluminación de David Picazo, el vestuario de Ana López Cobos y el espacio sonoro de Sandra Vicente, con una mención especial al original uso que se hace de los sobretítulos que se muestran desde minutos antes de comenzar el espectáculo, llenos de ironía, que a falta de información concreta sobre ellos en el programa de mano, asignamos a la responsabilidad del propio director.

“El teatro es un lugar donde vamos a escuchar la palabra dicha”

Entre las interpretaciones destaca la prestación de Francesco Carril que mantiene el excelente nivel que acreditó en ‘El bar que se tragó a todos los españoles‘, quien consigue los momentos de mayor comicidad de la propuesta, junto a él tanto Bárbara Lennie, como Javier Cámara y Nuria Mencia aportan su consabida profesionalidad y saber hacer.

Los farsantes, crítica teatral

El mayor pero que se puede hacer a la propuesta, en nuestra opinión, es una duración algo excesiva que hace que momentos muy destacados se trufen con otros de menor calado. Entre los primeros es de reseñar la interpretación ‘almodovariana’ que Javier Cámara hace del conocido director cinematográfico Diego Fontana en su viaje de vuelta a Madrid desde Los Ángeles, la fina sátira sobre los Goyaque encarnan el propio Cámara y Nuria Mencia, los aires ‘porteñosde los que dota Bárbara Lennie a Verónica del Rey  y la divertidísima recreación del productor cinematográfico (Alex Ávila) que hace Francesco Carril. Junto a lo anterior el momento de mayor carga filosófica y existencialista es cuando el ‘autor’, en la piel de Carril, afirma que “somos un plagio de los que vinieron antes”.cartel

“Somos un plagio de los que vinieron antes”

En la escena final brota la realidad de los sueños de tantos proyectos de buenos profesionales de la escena, cuyos anhelos, aún mantenidos, quedan condicionados por las necesidades del día a día.

Pablo Ramón sale indemne de esta segunda revisión sobre la profesión de la que forman parte, él y su entorno, construyendo un espectáculo con momentos brillantes que finalmente ha puesto más el foco en la ‘farsa’ como actividad profesional lúdica que en la falsedad de quien finge lo que no es o no siente, en una propuesta, en cualquier caso, recomendable.

 

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