Los despiertos, crítica teatral

15 Oct 2022

El patrimonio cultural de España es innegable, en cualquier ámbito de las artes aunque, al tiempo, ello no impide que los propios españoles no seamos excesivamente críticos, sino todo lo contrario, con nuestros creadores artísticos, pero la genética es lo que tiene, también los más grandes de nuestra historia siempre fueron discutidos por sus contemporáneos. Cosas de la sangre y de la raza.

“¿Dónde está lo que hemos soñado?”

José Troncoso, junto con otros coetáneos de su generación, ha conseguido impregnar sus obras de una cierta ‘marca de agua‘ que las hace reconocibles y eso ya es mucho, los rasgos diferenciales son esencia en este mundo, hoy, ayer y como siempre.

Los aires gaditanos originales de este dramaturgo, director teatral y actor, no son exentos al sabor de su obra y el ritmo de las ‘murgas‘ de su tierra natal, perviven en el resultado de sus propuestas, convirtiéndose en seña de identidad.

“¡Todos duermen!, ¡la ciudad entera duerme!”

Su obra “Los despiertos” mantiene un nexo común con anteriores trabajos y es fácil reconocerle en un mundo muy cercano al teatro del absurdo en el que fueron referencia Samuel Beckett (‘Esperando a Godot‘, ‘Los días felices‘) o Eugène Ionesco (‘Rinoceronte‘, ‘La cantante calva, ‘La lección‘) e ítem más sobre propios trabajos anteriores como ‘Lo nunca visto e incluso ‘Manolita Chen. Un cuento chino. ¿Cabe mayor pregunta absurda que ésta?: «¿Y si no trabajo, ¿qué hago…? Vivir, vivir… –recibe por contestación-. Pero, ¿y si no sé cómo hacerlo?”…solo el silencio le ofrece la respuesta.

Escaparse de la realidad y dormir despierto…”

En “Los despiertos” los protagonistas son tres barrenderos que, cada noche, mientras el resto de sus vecinos duermen, ellos limpian las calles que aquellos ocuparán durante el día. «¡Todos duermen!, ¡la ciudad entera duerme!«. En su vida todo se sucede sin descanso, limpian las basuras de los demás por las noches, duermen de día y afirman «Escaparse de la realidad y soñar despierto. Dormir para escapar de lo real. Despertarse y trabajar. Y trabajar hasta volver a dormir, cada día. Un día y otro. Que otros sueñen por nosotros, a nosotros no se nos permite, no podemos, no hemos sido elegidos. ¿No nos ves? Míranos. Si soñamos, nos daremos contra la pared de lo diario con fuerza, porque soñar, simplemente no está a nuestro alcance. Y la pared de lo diario es dolorosa. Así que, mejor reír y conformarnos. Y seguir trabajando hasta volver a dormir. Un día y otro. Estar despierto mientras duermes, tiene sus ventajas. «Morir, dormir, tal vez soñar…»

“¿Tú crees que hay algo después de ésto…?”

Las metáforas alrededor de los tres personajes protagonistas, todos ellos perdedores en diferentes versiones; son evocadoras y llenas de poesía, convirtiéndose en lo más conseguido de la propuesta. ‘Mediano’ es la persona central, cuyos rasgos equilibran los perfiles de ‘Grande’ y ‘Finito, esperando, cada noche, que su madre aparezca, en medio la madrugada, para llevarle su bocadillo, pero él no tiene el valor de renunciar a él, porque sabe que para ella es importante cumplir esa misión en cada jornada, sin percatarse de esos reiterados dolores en el costado, que terminarán por dejar reducida la cuadrilla de limpieza a sus dos compañeros, demasiado pronto (siempre suceden esas cosas demasiado pronto), con su eterna pregunta continuando retumbando en la oscuridad de la noche: «¿Tú crees que hay algo después de ésto?«. Mientras ‘Grande’, un chicarrón del norte con una profunda herida en su corazón, que intenta mitigar con los recuerdos que le genera un zapato rojo de tacón de aguja que lleva siempre consigo y ‘Finito’, eterno mujeriego, casado y padre de dos hijos, que busca su propia aceptación a través de un infinito proceso de seducción con cada mujer que se cruza en su camino, e incluso más allá de cuestiones de género.

“¡La basura no tiene corazón!”

Puesta en escena muy sencilla en la que destacan la iluminación de Javier Ruiz de Alegría, el vestuario de Felisa Kosse y el espacio sonoro diseñado por Mariano Marín, sin que pase desapercibida la presencia de Belén Ponce de Leon como adjunta a la dirección, tras formar parte, como intérprete, de algunos de los más recientes montajes de Troncoso.

Mención destacada para el trio de actores protagonistas, quienes recrean con absoluta credibilidad los roles creados por el autor. Estupendos tanto Luis Rallo (Antonio y Cleopatra) como ‘Mediano’, Israel Frías (Antonio y Cleopatra) interpretando a ‘Finito’ y Alberto Berzal como ‘Grande’.

«Devolvédme a la basura de la que venimos todos…»

En varios pasajes de la obra se repite la afirmación que “La basura no tiene corazón” pero la propuesta creada por José Troncoso lo rebosa, en una fábula de los tiempos que vivimos en que demasiadas personas pasan por invisibles siendo imprescindibles. Hay determinadas frases que se reiteran, quizás en exceso, pero ello también es cierta norma en este tipo de obras de teatro del absurdo, que requieren una cierta repetición para que algunas ideas centrales perduren ancladas en el recuerdo del espectador. “¡Haya paz!, ¡haya paz!”, quizás es la mejor representación de lo que decimos y nunca catorce letras hayan sido más apropiadas, por más repeticiones que se realicen con ellas, que en estos momentos del año 2022.

 

 

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