«Perdona si te mato, amor»

29 Ene 2015

Un cierto aroma a Jardiel ha inundado las Naves del Español, en Matadero, a través de la escenificación de un Madrid burlesco, un punto absurdo, “berlanguiano” en los perfiles de su repleta burocracia, con asesinados que salen por un puerta y entran por la otra, paranoia, aire cañí, sombreros, gabardinas y enredos. “Perdona si te mato, amor” obra con la que debuta como dramaturga Carlota Pérez-Reverte (hija del conocido académico de la RAE), combina acertadamente crímenes, humor y sátira, creando un “microcosmos” en el que nada es lo que parece.

El inicio del planteamiento, en una agencia de asesoría creativa de “consejos” para “hipotéticos” crímenes es muy original, pero el ambiente conseguido en la subrealista comisaría, donde los presos deben encarcelarse por si mismos (cosas del “hágaselo usted mismo»), las fotos de las fichas policiales son “selfies” y se atiende por un riguroso orden impuesta por un máquina de turnos, tras rellenar los impresos del color adecuado a cada crimen o situación, aporta los mejores momentos de la representación.

Los diferentes espacios donde se desarrolla la trama: el despacho de Homero Asociados, la comisaria, un salón, un rellano de una escalera, una ferretería, etc… planteaban una seria dificultad, que es superada con un escenario con múltiples localizaciones, que resulta original pero, en alguno de esos espacios, hay una excesiva concentración de personajes, por momentos. Una solución con un especio central, más ligero y polivalente podría haber aportado un mayor equilibrio en la ocupación de los espacios.

Especialmente llamativo, y muy conseguido, resulta el hecho de utilizar una pantalla sobre el escenario, que sirve para presentar a los personajes y sus intérpretes, utilizándolo posteriormente para proyectar sobre ella los “presuntos” titulares en prensa de lo ocurrido, sobre el final de la trama.

La dirección de Alberto Castrillo-Ferrer logra que el espectáculo funcione de forma adecuada.

Desde el punto de vista de la interpretación es un buen trabajo coral, en el que la mayoría del elenco se enfrenta a la dificultad de desarrollar dos personajes durante el desarrollo de  la trama, y cada uno trabaja un perfil determinado que hace que todos encajen en el puzzle final, desde el sarcásmico policía interpretado por Javi Coll, a la sagaz casera muy bien interpretada por Antonia Paso, pasando por el desesperado “asesino en serie” de Julián Ortega, la malévola viuda que consigue Silvia de Pé, el “asimenonado” Homero Mortimer de Nacho Rubio o el castizo “Sherlock” de Rafa Blanca. El resultado de ese trabajo coral es creíble y divertido.

“Perdona si te mato, amor” nos proporciona 105 minutos de buen humor, poniendo delante de nuestros ojos algunos rasgos identitarios y atemporales de ésta España en la que nos gusta reírnos de nosotros mismos negramente, pero tampoco exageremos, nos reímos de quienes nos rodean… ¿o no?.

Al término de la obra un pensamiento me viene a la cabeza, al margen de las sonrisas que se han dibujado en mi rostro, y es sobre el hecho de su programación dentro de la producción del Teatro Español.

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