Fariña, crítica teatral

25 Sep 2020

portada del libro Fariña de Nacho CarreteroEn pocas ocasiones el contenido de una historia habrá pasado desde la realidad, primero a un libro, luego a una serie televisiva … para posteriormente ser presentada como obra de teatro. Éste es el caso de Fariña (harina en gallego y nombre con el que se conoce a cualquier tipo de droga en polvo en Galicia) titulo del texto publicado por la editorial ‘Libros del K.O.” en 2015, escrito por Nacho Carretero, que recoge la evolución desde la actividad del contrabando de tabaco, al tráfico de hachís y cocaína a lo largo de los 1.498 kilómetros de extensión de las costas gallegas.

“Graben todo. En algún momento algún bastardo se levantará y dirá que esto nunca existió” (Dwight D. Eisenhower)

Fariña, crítica teatralLa trama escrita por Carretero es pormenorizada en los detalles de la década de los años 80’s del siglo XX, dónde el tráfico de droga se estableció como verdadera industria de una zona con excesivas miradas que dejaron hacer, entre lanchas de gran cilindrada, dinero abundante que inundaba calles, bares y restaurantes, la mayor concentración de concesionarios de automóviles de gran cilindrada de España, medias palabras y medias verdades, hasta que, a principios de los años 90’s (12 de junio de 1990), se desencadenó la llamada ‘Operación Nécora‘ dirigida por el juez Baltasar Garzón, que supuso la detención de los grandes ‘capos’ de entonces.

Para aquellos momentos la ‘aparente fiesta’ había revelado los detalles de su cara más dolorosa, con un reguero de víctimas entre los más jóvenes de la sociedad gallega, marcada con la desesperación de madres y padres ante la perdida de sus hijos y de una gran parte de aquella generación.

“¿Tú, niño, qué quieres ser de mayor? …¡Yo contrabandista como mi padre!”

Fariña, crítica teatralLa síntesis realizada para llevar a los 100 minutos de duración del espectáculo teatral Fariña el contenido abordado en el libro y en la serie televisiva, obliga a realizar una mezcla de sabores muy extremos, desde las fiestas iniciales ante la llegada, nada discreta ni anónima, de grandes cantidades de dinero que impactaron en toda la sociedad gallega, convirtiendo a los contrabandistas en una especie de héroes de nuevo cuño, hasta el dolor más desesperado de cientos de madres perdiendo a sus propios hijos, por muerte o en vida. 

En la parte inicial de la obra abunda el tono socarrón del buen humor gallego, desde el ‘capo’ que financia las fiestas populares y al político de turno, al guardia civil que hace la vista gorda; encontrando acomodo a uno de los últimos recursos cómicos de esta época, cual es parodiar al campechano rey, Juan Carlos I.

Foto del Juventud F.C.“Cuando buscas respuestas, lo único que encuentras es dolor”

Pero el dolor se hace presente de forma abrupta, desde luego como en la realidad, sin margen para recuperarnos de la penúltima sonrisa, aunque con ello el ritmo narrativo se resiente un punto.

La recreación del personaje real de Carmen Avendaño, la madre que lideró las protestas ante el destrozo causado por la droga en Galicia (y en toda España), por parte de María Vázquez, es estupenda, poniendo el contrapunto a la orgía de dinero, corrupción, prevaricación, favores y ‘vistagorda’ de demasiados. Construyendo el momento de mayor carga dramática, junto con la referencia al Juventud F.C. recordando la foto de sus diez integrantes en 1981, de los cuales solo sobreviven, hoy, tres.

“¡Los hijos duelen tanto!”

Bailando una muñeiraJosé L. Prieto es el encargado de la adaptación teatral y a pesar del dolor que encierra la historía en sí, opta por una creación en la que, sin esquivar el sufrimiento, las consecuencias de los hechos y las víctimas, priman aires si no cómicos, sí irónicos, llenos de retranca gallega, escenificados por una amplia variedad de personajes, protagonizados por cinco actores en escena, que en ocasiones se convierten en narradores, a modo de metateatro.

Tito Asorey acierta con el ritmo con el que dirige el espectáculo, moviéndose de forma ágil entre el esperpento y el dolor extremo, donde la música queda adecuadamente integrada a través de las aportaciones de “Novedades Carminha”.

“La gente te admira, hasta que te dejan de admirar”

Fariña, crítica teatralLa escenografía diseñada por José Faro Coti, en dos alturas, con cinco puertas practicables en su parte baja, una pasarela en la superior y el uso de una tarima móvil que soporta los instrumentos musicales (batería, guitarras, etc…) busca la funcionalidad para arropar las continuas entradas y salidas de los intérpretes, utilizándose la parte superior para recibir en ella las videoproyecciones que enmarcan la carga dramática de determinados momentos. Adecuada iluminación de Laura Iturralde.

Ya destacamos la interpretación de María Vázquez como Carmen Avendaño, pero todo el elenco aporta un compacto trabajo actoral, con Xosé A. Touriñán, Marcos Pereiro, Cris Iglesias y Sergio Zearreta entregados a sus distintos personajes, pero también a cantar, bailar y empatizar con el público.

“1.498 kilómetros de costa gallega. Por ahí entra todo …¡por dónde siempre entró!”

cartel de la obra teatral FariñaUna propuesta con fuerte identidad gallega, desde luego por el tema que trata, pero también por quienes la han concebido, creado y protagonizado, que llega hasta la Sala Fernando Arrabal, de las Naves Español, en Matadero, con máximo interés por la temática que aborda y el éxito ya conseguido por el libro original de Nacho Carretero y su serie televisiva, cuyo mensaje final queda merodeando, insistentemente, en la cabeza de cualquier espectador inquieto …y es que las mismas cosas que nos son compartidas sobre el pasado, más allá de charlines, oubiñas o padines, puede que estén sucediendo ahora mismo en esos 1.498 kilómetros de las costas gallegas, porque “por ahí entra todo …¡por dónde siempre entró!”.

 

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