El lector por horas, crítica teatral

20 Dic 2023

En otros tiempos, en años pretéritos, o bien en enclaves geográficos alejados que impidan que la doctrina que las autoridades educativas diseñen, o impongan, el temario de lo que las nuevas generaciones deban incorporar a sus aprendizajes, un medio para adquirir conocimiento era la lectura de determinados textos, incorporando las palabras y reflexiones que los componían, adquiriendo un papel preponderante y prioritario, el sujeto que realizaba la elección de ellos y que ideas anidaban en las razones de sus decisiones al respecto. ¿Por qué unos determinados textos y otros no?.

“La lectura es la forma como la palabra escrita se convierte en palabra hablada”

El dramaturgo español José Sanchis Sinisterra, estrenó en 1999 su obra teatral ‘El lector por horas‘, en la que la trama se teje alrededor de sus tres personajes protagonistas. ‘Lorena’ (Mar Ulldemolins) ha perdido la visión, sin quedar claro hace cuanto tiempo, ni a causa de qué. Su padre ‘Celso’ (Pep Cruz) con rasgos de carácter dominante, de posición económica desahogada y propietario de una extensa biblioteca, contrata a ‘Ismael’ (Pere Ponce) para que lea en voz alta los textos elegidos por el progenitor, demandando al ‘lector’ que lo haga de forma neutra, con el objetivo de que el texto, puro y tal como fue escrito, llegue de la forma conveniente a su hija.

“¿Usted tiene hijos?…no me importa. Es una manera de decirle que los hijos son los mensajeros de la muerte, de nuestra propia muerte”

Pero las palabras construyen realidad, y escapan de la interpretación de la neutralidad solicitada por ‘Celso’, creando unas relaciones entre los protagonistas del triangulo formado por el lector, la hija y el padre, que se escabullen del territorio previamente marcado y delimitado.

“Los libros son un baño de experiencia, leyendo se vive”

Déspota se muestra el personaje deCelso’, el padre, desde el comienzo de la propuesta, pero en cierta forma ese despotismo termina por ser ejercido también porLorena’, e incluso porIsmael’. Ella está privada de la vista, pero el resto de sus sentidos se muestran, quizás por ello, más desarrollados, sumados a una gran inteligencia y algunos signos de esquizofrenia, haciendo uso de un espejo a pesar de su ceguera y recibiendo llamadas telefónicas obscenas a través de un teléfono que no funciona, aunque los tres personajes terminen escuchando el sonido avisador de una nueva comunicación en él. 

‘¡Necesito este trabajo!”

Ismael’ desde la sumisión inicial, ¡necesito este trabajo!, que llega a incluir echarse al suelo, a cuatro patas, como si de un perro se tratara, mientras continua leyendo, tras recibir la orden de su señora, ‘Lorena,Sí, échate, échate …y lee, va evolucionando, especialmente hacia el final de la trama, para crecer, aun de forma cautelosa y desde la timidez, para deslizar sus propios planteamientos, a través de obras propias leídas como si fueran textos de otros, una vez revelado que el lector, es realmente un escritor, aún de tres obras fallidas, en opinión de ‘Celso’, ademas de plagios reiterados de Faulkner, cuyo efecto, en cualquier caso, será demoledor en el equilibrio de las tres partes del triangulo que forman los protagonistas.

“¿Sabes que eres tú aquí?. Eres menos que un criado, menos que una sirvienta …¡No eres nadie!»

Acertada es la dirección de Carles Alfaro, con una sutil moderación en la escenografía y la iluminación, que pone el acento, y el protagonismo, en las palabras que se pronuncian, bien a través de los textos elegidos, tanto para ser reproducidos por el lector, con destino a ‘Lorena’; como por José Sanchis Sinisterra, en este caso con una total intencionalidad dirigida al público, que incluyen fragmentos de ‘El cuarteto de Alejandría’ (Lawrence Durrell), ‘Madame Bovary’ (Gustave Flaubert), ‘El corazón de las tinieblas’ (Joseph Conrad), ‘El gatopardo’ (Giuseppe Tomasi di Lampedusa), ‘Relato soñado’ (Arthur Schnitzler) y ‘Pedro Páramo’ (Juan Rulfo), exenta de cualquier casualidad. Adecuadas aportaciones de Francesc Isern en las proyecciones, Joan Cerveró en la música y Nidia Tosal en el vestuario.

“Estas loca, Lorena, soy el perro de una loca, de una loca ciega. ¿Me vas a pedir que me ponga a cuatro patas para leerte?. ¡Sí, échate, échate …y lee!”

Mar Ulldemolins interpreta de forma equilibrada los perfiles exigidos por el personaje de ‘Lorena’, sobreprotegida y malcriada, pero también sufriente, sugiriendo más que desvelando sobre sus propios misterios. Pere Ponce (Los pazos de Ulloa, Voltaire – Rousseau, la disputa, Consentimiento) hace alarde de la contención, haciendo evolucionar su personaje a más, mientras que Pep Cruz hace de la expansión gestual la seña de identidad del rol que interpreta, en contraposición con el rasgo exigido al lector. 

“En la oscuridad todo se mueve. Todo el mundo piensa que la ceguera es un mundo de quietud, pero no es así”

Brillante resulta, especialmente, el fragmento de monólogo que interpreta Pere Ponce, como el lector (‘Ismael‘), en la parte final de la obra, cuando desliza un texto de su autoría sobre la narración de los instantes en los que un hombre es consciente del trayecto de una bala dirigida a su propia frente, para utilizar ese relato como paradoja y explicar a ‘Lorena’ que ‘yo solo soy la bala’.

“Yo solo soy la bala”

Sugerente artefacto teatral creado a partir de una elaborada dramaturgia de Sanchis Sinisterra, en un intrincado y complejo universo de interacciones entre los tres personajes protagonistas, cuya interpelación definitiva atañe a cada uno los espectadores que acuden a esta propuesta. Pertinente revisión de esta pieza, de ’El Lector por horas’, en una coproducción de la Sala Beckett, Teatro de la Abadía y el Institut Valencià de Cultura.

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