Castroponce. Teoría y praxis del teatro político en el siglo XXI; crítica teatral
05 Jun 2023
La creatividad de Pablo Rosal (Los que hablan, El pato salvaje) como dramaturgo, además de actor y director, se combina con su pasión por la docencia (profesor de enseñanza) y el interés por la política, brindando un peculiar espectáculo a medio camino entre el pensamiento ordenadamente razonado, tras meditación, y una conferencia de la que participan diferentes personajes aunque la presente en forma de monólogo. ‘Castroponce’ es su título y en ella, el propio Rosal, al darnos la bienvenida, explica, que acepta la invitación y sugerencia del Teatro del Barrio para aportar una reflexión sobre el vínculo entre teatro y política en nuestra época, y de ahí surge el subtítulo de este espectáculo como ‘Teoría y praxis del teatro político en el siglo XXI‘.
«Los lugares de nadie, que es donde habita la comunidad»
Hechas las presentaciones, comparece ante nosotros ‘Mónica Comino Tróchez‘ quien nos informa que le ha sido encomendada la tarea de reportar, y dar noticia, sobre ‘El Simposio Intermunicipal de Teatro Político‘, celebrado el 21 de mayo de 2015 en la localidad de Castroponce de Valderaduey, en ‘Tierra de Campos’, un paraje de la ‘España vaciada’, donde podemos comprobar que sus habitantes flirtean con la erudición por pocos medios materiales con los que estén, o sean, dotados. Reflexión y argumento les sobran. Todo ello a partir de la fina ironía y el talento que acredita Pablo Rosal.
¿Acaso no sabemos ya en el siglo XXI que el individuo no funciona, que ha fracasado y está enfermo?
‘Lourdes Chaparro Bracamonte‘, ‘Demetrio Piedelobo Cejuela‘, ‘Anselmo Marrón Temprano‘, ‘Anatolia Presencio Pino‘ y ‘Sebastián a secas’, quien de sí mismo afirma que ‘he conseguido no tener apellidos, no tengo historia’, soy un personaje, nada más quiero’, ejercen de ponentes, opinadores y contertulios, además de ‘Teofila de las Cuevas‘, a las teclas de un piano, remarcando todo lo que ocurre y acontece; son los nombres de los personajes a través de los cuales pensamientos tan densos y profundos como: ‘La política, pues, sería el arte propio de existir en el mundo, el arte social de vivir en comunidad y crear la comunidad, de dejarnos pistas y señales, el arte cotidiano de pensar cómo se tienen que hacer las cosas en mí y más allá de mí, para que funcionen las cosas. Arte del día a día, del cualquier día y del saberse cualquier persona’ o ‘¿Acaso no sabemos ya en el siglo XXI que el individuo no funciona, que ha fracasado y está enfermo?’, que comparten con nosotros la real irrealidad de los tiempos que vivimos, a través de la magia que solo el teatro es capaz crear.
«Se diría que teatro y política se superponen, que usan la misma estructura, que habitan el mismo lugar. Y es que, ya se sabe, el cerebro, que todos compartimos, es un escenario»
Una pequeña joya para paladear a sorbos, saboreándola entre la confusión que el ruido general y formatos mucho más aparatosos, pero no más brillantes, pueden llegar a provocar, confundiendo la forma con el fondo.
«No es que el teatro sea una actividad política, es que la política nace en el teatro»
Hace poco, Pablo Rosal llamaba nuestra atención con su obra ‘Los que hablan‘ y ahora vuelve a hacer gala de su facilidad para el lenguaje y el uso de las palabras, para surrealismo mediante, construir un potente artefacto, lleno de sentido del humor, en la más recia tradición española, pero, sobre todo, lúcido.
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