La llamada

05 Jul 2015

Tipos de teatro hay tantos como distintos públicos, tan teatro es el de arte y ensayo, como el teatro comercial o el musical, desde el teatro experimental al teatro alternativo, desde el teatro clásico al teatro contemporáneo, hay teatro de promoción pública y estrictamente privado, grandes producciones y cientos de producciones de teatro off. La ciudad de Madrid en este ámbito es afortunada y dentro de su oferta una pequeña joya, que brilla con luz propia, es la apuesta realizada desde el Teatro Lara, un coqueto recoveco de las tablas madrileñas que ha llegado hasta nuestros días manteniendo el aire de final del XIX, cuando se inauguró, y parecen mantenerse entre sus paredes los aires de los afamados estrenos que albergó, como “Los intereses creados” de Jacinto Benavente, en 1907, o “El amor brujo” de Manuel de Falla, en 1915.

Atravesar el umbral del Teatro Lara supone trasladarse en el tiempo hasta ciento treinta y cinco años atrás, momento de la primera obra que se representó en él, en la castiza Corredora Baja de San Pablo, en pleno barrio de Maravillas; encomiable es el mantenimiento de sus instalaciones y el cuidado en los detalles.

Pero en el Teatro Lara hoy también nos imbuimos de la máxima vanguardia de nuestra escena, con una muy acertada multiprogramación, tanto en cuanto a horas distintas –con hasta tres programaciones diferentes en un mismo día-, como en cuanto a los espacios utilizados: sala principal, sala off e, incluso, utilizando su amplio hall.

La actual empresa del Teatro Lara ha sabido combinar la presencia en escena de dos grandes éxitos que se mantienen desde hace varias temporadas, como “Burundanga” y “La llamada”, alternándolas con interesantes propuestas de nuevos autores, estando abiertas a las últimas corrientes y tendencias. El proyecto del Teatro Lara nos tiene ganados y conecta con lo que siempre ha sido el mundo de la escena, ampliando la oferta, y optimizando la demanda real que el público tiene de espectáculos variados, siempre con calidad.

La llamada“La llamada” se estrenó hace más de dos años en el Teatro Lara y ha sido todo un fenómeno que mantiene su gran éxito. Javier Calvo y Javier Ambrosí son los responsables del guión original de esta obra y también de la dirección del espectáculo. El planteamiento es atrevido, mezclando una historia de vocaciones religiosas, con la música de Whitney Houston, con fases de buenrollismo edulcorado, algunos “tacos”, aires de cuentos propios de la factoría Disney, un punto “cheli”, risas, desinhibición y algún guiño que nos recuerda el convento donde se desarrollaba la “Entre tinieblas” de Almódovar, todo ello para conseguir ser bendecida, nunca mejor empleado este adjetivo, por el público.

La escenografía utilizada en el espectáculo es fija, con pequeños elementos que van apareciendo y despareciendo. Durante toda la obra se mantiene en escena “La banda de Dios”, dando continuidad musical. Resultando adecuada la aportación de los oficios técnicos, como iluminación, sonido o vestuario.

Las interpretaciones son especialmente divertidas y acertadas en los casos de Gracia Olayo, como Bernarda, y Belén Cuesta, como Milagros; muy fresca y conseguida la de Angy Fernández, como Susana y correcta la de Claudia Trisac, cómo María. Todas ellas protagonizan temas musicales, que sacan adelante de una manera notable. El personaje interpretado por Richard Collins-Moore, algo más irregular que el resto del elenco, hubiera aportado un punto más divertido con un final de menor mensaje que el elegido, una opción algo más terrenal hubiera sido un ripio interesante, pero ello es solo una opinión, naturalmente.

Lo verdaderamente cierto es que el público sale feliz al final del espectáculo y ello, dos años después del estreno de “La llamada” tiene un mérito sobresaliente, lo cual, sin duda es consecuencia de la calidad, y atrevimiento, de la apuesta de Calvo y Ambrosí, y de la puesta en escena del conjunto.

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