Alguien voló sobre el nido del cuco, crítica teatral

31 Oct 2018

¿Cual es el límite del desequilibrio mental y de la supuesta normalidad?, ¿qué es la locura?, ¿quien decide quien está loco y cuando deja de estarlo?. ¿Hay más locos dentro de los psiquiátricos o en la calle?, la respuesta a esta última pregunta, seguramente y como se dice coloquialmente, es que “ni son todos los que están, ni están todos los que son”, pero en cualquier caso un manicomio, o centro de ese tipo, no es el lugar ideal para refugiarse, ni siquiera cuando se trata de evitar la cárcel.

Alguien voló sobre el nido del cuco, crítica teatral“Ni son todos los que están, ni están todos los que son”

Este título de “Alguien voló sobre el nido del cucoforma parte del imaginario común de cualquier aficionado al cine y las artes escénicas, encarnado McMurphy en un joven Jack Nicholson, con una fuerza y una garra sobrecogedora, premiado con el Oscar por ello, junto con su director Milos Forman (además de mejor película, mejor actriz para Louise Fletcher y mejor guión adaptado). 

Ken Kesey escribió la novela original en 1959, aunque no consiguió verla publicada hasta 1962. Sin embargo, bastante antes que su versión cinematográfica (1975), fue adaptada en obra teatral, por Dale Waserman, estrenándose en Broadway en 1963 y esa versión traducida, y dirigida, por Jaroslaw Bielski, es la que llega ahora hasta las tablas del Teatro Fernán Gómez, de Madrid, de la mano de La Dalia Films y Adaptaciones Teatrales 2018 A.I.E.

“¡Compañeros, psicópatas!”

Alguien voló sobre el nido del cuco, crítica teatralPablo Chiapella encabeza un cuantioso reparto de dieciséis actores repitiendo la experiencia que ya protagonizó en 2004, también dirigido por Bielski, en el Teatro Réplika. Su trabajo no lo pudimos disfrutar en la representación a la que asistimos, debido a una lesión que se lo impidió, sustituyéndole, en el papel de McMurphy, Alejandro Tous, habitual encargado de encarnar a Harding, quien se empleó en el papel protagonista con un perfil algo cheli y farfullero, que no sabemos si es elección propia o cumplimiento de las indicaciones del director. En todo caso alejado del recordado, y marcado, por Nicholson, que creó escuela.

En el resto del elenco destacan las actuaciones de Mona Martínez, como la enfermera Ratched, con la salvedad de la escena en que sufre el ataque McMurphy, con un recorrido de gran mejora, así como las de Fernando Tielve como Martini y Rodrigo Poisón como como “Jefe” Bromden, con algunas otras bastante más irregulares, aunque ninguna tan desvaída como la de Manuel Tiedra, como Doctor Spivey.

“La sociedad decide quien está en su sano juicio, y quien no”

Alguien voló sobre el nido del cuco, crítica teatral

Las propias características físicas del Teatro Fernán Gómez, como la altura de su caja escénica o la superficie del escenario, limitan las posibilidades técnicas a disposición del director y sus colaboradores, si bien es más que notable la escenografía creada por Laura Lostalé, donde el color blanco lo inunda todo, guiño en el que entran los responsables del vestuario, Fede Pouso y Almudena Bretón, para marcar a todos los protagonistas con ese mismo color, logrando una fuerte unidad cromática, muy conseguida. Felipe Ramos es el responsable de la iluminación y unas bellas proyecciones en video, que enmarcan los momentos de reflexión, e introspección, del “Jefe” Bromden, a raíz de cuyo personaje toma el título la obra, a partir de la frase utilizada en las tribus indias de “Había tres gansos en la bandada. Uno voló hacia el este, uno voló hacia el oeste y uno voló sobre el nido del cuco, en metáfora utilizada en la resolución de la trama.

Alguien voló sobre el nido del cuco, crítica teatral“¿Que debo hacer?

Marchar al mundo exterior

¡Tengo miedo!”

Sin que el caso de la película dirigida por Forman tenga que ser un referente absoluto, no parece justificarse el hecho de alargar la duración en esta versión teatral hasta casi las tres horas, lo cual exige mucho al público y, quizás, en el umbral de las dos horas se podría haber resuelto el planteamiento propuesto por Bielski, quien, acertadamente, actualiza la trama hasta nuestro momento contemporáneo, construyendo la metáfora del manicomio como un potente símil de la sociedad, con la ciudadania sometida, voluntariamente, por una cierta incapacidad de vivir por si misma, dependiente de que otros decidan por ella, en la que elementos como el que representa McMurphy se convierten en peligrosos para el orden establecido, contra los que se hace necesario actuar. Terrorífico, pero real.

Interesante propuesta pese algunas irregularidades en su ritmo narrativo e interpretativo.

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