Siglo XXI: ¿menos derechos a cambio de qué?

16 May 2020

 

Siglo XXI: ¿menos derechos a cambio de qué?El siglo XXI, aquel que soñábamos como el que enmarcaría la conquista de nuevos terrenos para el ser humano, más allá de odiseas en el espacio extraterrestre o en un mundo de nuevos y fantásticos prodigios tecnológicos que hicieran más fácil nuestras vidas, se ha revelado, en apenas su quinta parte, como una pesadilla, en el que las catástrofes se han enseñoreado de nuestras vidas, con perdidas de derechos, mayor desigualdad social y una merma de la calidad democrática por la que tanto se luchó, especialmente, en los siglos XIX y XX.

Hoy, cuando aún no hemos cruzado el umbral de la mitad del año 2020, los derechos individuales de los ciudadanos son menores que hace dos décadas, pero no nos equivoquemos …¡todo es por nuestro bien!, como no se cansan de repetir quienes dirigen nuestro mundo, elegidos a través de nuestros sufragios, nunca antes tan manipulados como ahora, entre medios periodísticos obedientes con el poder y encuestas vomitadas permanentemente para recordarnos el adecuado sentido de nuestro voto.

«Año dos mil, llega el año dos mil …y el milenio traerá un mundo feliz…»

En los ilusos y felices años 80’s del siglo XX, el cantante Miguel Rios puso banda sonora a los sueños de una generación de españoles que, sin haber vivido la Guerra Civil, sabían bien que querían un futuro alejado de las dos Españas y aquella letra verbalizó su idealización ante el nuevo milenio por venir y la centuria que le daba paso.Siglo XXI: ¿menos derechos a cambio de qué?

Sin embargo el nuevo siglo anhelado pronto dió mensajes en el sentido contrario a los soñados. En el año 2001, exactamente el 11 de septiembre, dos aviones fueron dirigidos hasta estrellarse contra uno de los monumentos de la ambicionada civilización globalizada: ‘Las Torres Gemelas de New York” que fueron derruidas bajo su impacto, e igual sucedió con el edifico del Pentágono de USA que albergaba la sede del control de la seguridad nacional de los EE.UU.

Casi tres mil personas perecieron en aquellos sucesos pero las víctimas, físicas o mentales, fueron muy superiores, naciendo, a partir de esos hechos, una nueva realidad que cambió la forma de viajar para toda la humanidad, impidiendo incluir determinados elementos en sus equipajes (líquidos, recipientes, etc..) además de someter a tediosos controles los desplazamientos de centenares de miles de ciudadanos a lo largo de todo el mundo, restando derechos, sacrificados en el altar de una supuesta seguridad que no ha logrado impedir la sucesión de calamidades.

¿Cuales son los contornos moralmente permisibles de acciones dirigidas a prevenir futuras agresiones?” (William Galston)

Siglo XXI: ¿menos derechos a cambio de qué?Además una nueva legislación se abrió paso en USA, creando tribunales militares de excepción, evitando el control judicial en  la intervención de las conversaciones entre los detenidos y sus abogados; primando los criterios de la seguridad nacional” (sin concreciones), en detrimento de los derechos fundamentales de los ciudadanos y priorizando el concepto de “Reason of the State” para conculcar derechos como la intimidad, el secreto de las comunicaciones, la tutela judicial y la libertad individual, entre otros. 

Siglo XXI: ¿menos derechos a cambio de qué?Pero el siglo XXI siguió avanzando y fue el marco en el que un pequeño grupo (en su número) de entidades financieras corporativas, potente en su peso y cualificación, decidió que setenta y nueve años era el plazo adecuado para volver a recrear la “Gran Recesión” (Crac de 1929) y el momento elegido fue el año 2008. Se había acumulado demasiado tiempo de crecimiento sostenido, casi estable, y la clase media mundial, grande en su tamaño, se había creído en posesión de verdades estables y perdurables, sin entender que el mercado es manipulable por ciertos agentes, siempre que el beneficio a obtener lo justifique …¡y vaya si lo justificaba!. 

«Si nadie es responsable, si no se puede culpar a ningún individuo por lo que ha ocurrido, quiere decir que el problema está en el sistema económico y político» (Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía)

Los productos financieros «derivados», «opciones«, “warrants”, ‘CFD’s”, “swap’s”, etc… se habían abierto paso en los mercados, con los contratos defuturos canjeando operaciones a tipos de interés fijos como sustitución de las negociadas a tipos variables (aún con muy estrechos diferenciales) y quienes representaban laSiglo XXI: ¿menos derechos a cambio de qué?contraparte’ solo tenían una posibilidad para evitarse perdidas multimillonarias, y ella pasaba por hundir, de forma coordinada, los tipos de interés por debajo del valor de las opciones vendidas. Los ‘futuros‘ comercializados habían creado un escenario improbable, pero el beneficio, más exactamente las posibles pérdidas a incurrir en él, lo hicieron posible y los tipos de interés bajaron hasta dónde fue necesario para liberar a esa potente ‘contraparte‘ de las millonarias indemnizaciones…¡La segunda gran recesión de la historia estaba servida!… y los ajustes justificados en ella. Con millones de víctimas anónimas sacrificadas como las bajas en una gran guerra militar; se ajustaron puestos de trabajo, pero quienes les sustituirían lo harían en peores condiciones laborales y con menores demandas…¡la cuadratura del círculo perfecto!.

Y doce años despuésSiglo XXI: ¿menos derechos a cambio de qué? de aquello llega la mayor crisis sanitaria conocida en el mundo desde la mal llamada “Gripe española de 1918”, a lomos del Coronavirus Covid-19, creando las condiciones para volatilizar el “status quo” económico y el mundo laboral tal como lo conocíamos, hasta poner en peligro cientos de actividades económicas, por falta de rentabilidad, aún creando otras alternativas. Haciendo que los esfuerzos hechos para superar la crisis de 2008 salten por los aires, y que las víctimas sacrificadas en ellos no sean más que una pequeña huella en la historia reciente, como aquellos cadáveres, de más de millón y medio de combatientes, en la ‘Batalla de Stalingrado, simples notas al margen del relato de la Historia.

«La realidad no existe …si no hay imaginación para verla» (Paul Auster)

Pero el siglo XXI no solo ha estado marcado por los atentados de las Torres Gemelas de New York (2001), la Crisis Financiera (2008) o la pandemia del Coronavirus (2020); tal como así lo atestiguan los 230.000 muertos en el sureste asiático con motivo del tsunami sufrido el 26 de diciembre de 2004, los 320.000 fallecidos en 2010 como consecuencia del terremoto que asoló Haiti o las más de 15.000 víctimas sufridas en circunstancias similares en Japón en 2011. Todo ello con el caso particular del dolor, en clave española, de los atentados del 11-M del 2004 en los que el terrorismo se adueñó de Madrid, en las mismas calles por las que paseamos, usted y yo, cada día.

La sucesión de conmociones sociales en este siglo XXI es constante y el futuro que soñábamos se ha revelado como más negro de lo que nunca antes pudimos pensar. La desconfianza, la falta de certezas hace que la incertidumbre sea el elemento dominante en nuestra contemporaneidad, mientras nuestros gobiernos solicitan nuestra comprensión para la definición de un nuevo mundo en el que nuestros derechos individuales son cada vez menores, sacrificados ante un “bien comúSiglo XXI: ¿menos derechos a cambio de qué?n” en el que nuestra intimidad dejará de serlo, nuestro expediente médico será consultado en el momento en el que queramos acceder a un recinto público, nuestros movimientos serán tutorizados, y accesibles, por las autoridades supervisoras de la movilidad, nuestros contactos sociales rastreados, nuestros gustos proyectados a futuro, estandarizadas nuestras elecciones y parametrizadas  nuestras decisiones ante próximos eventos en base a modelos matemáticos tabulados según las constantes de nuestra forma de hacer o razonar, todo ello dentro de lo que se ha llamado en definir como «nueva normalidad».

Cuidar la salud sí, pero sin limitar derechos fundamentales.

Lo mejor y lo peor es que, hasta ahora, solo han pasado veinte años de este siglo XXI y quedan otros ochenta por delante, y la visión de un optimista se debe imponer pensando que esas ocho décadas representan, aún, una gran oportunidad de cambiar la tendencia, claro que sí lo que sucede es en la misma clave de hasta ahora, quizás nos falte imaginación para visualizar y pensar …¿qué más cosas pueden llegar a pasar como argumento para seguir limitando nuestros derechos?.

Artículo publicado por @elespanolcom el 27/05/2020: https://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/opinion/20200527/siglo-xxi-derechos-cambio/492770722_7.html

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Comentarios

  1. Pedro Cano dice: mayo 16, 2020 at 3:14 pm

    Una vez más debo reconocer como adecuada la anterior descripción de estas primeras dos décadas del siglo XXI, próxima su finalización. Sin duda, todo lo expuesto obedece a una realidad tangible aunque, al menos en el caso español, nuestras fuerzas políticas -Gobierno y oposición- se empeñen en transmitirnos algo tan distante de la realidad como nuestro planeta del astro rey.
    Pero os invito a una reflexión compartida con muchos de mis amigos y conocidos cercanos:
    Un elevado porcentaje de responsabilidad del estado de la sociedad española (y no integro el efecto COVID 19 porque no ejerzo como político) se debe a la ignorancia (disculpas por el calificativo) de un elevado número de ciudadanos que, desde los no muy lejanos tiempos de bonanza de los que disfrutamos a finales del pasado y principios del actual siglo, siguen estimando que «se encuentran más cerca de Amancio Ortega que de la indigencia».
    Lamentable la ausencia de fundamentos de este colectivo.
    Creo que, por confortable que consideremos nuestra posición social, la realidad es justamente la contraria. Les invito a hacer números, con escasos segundos lo van a entender «Estamos claramente más cerca de la indigencia».
    Volvamos a la vida real, dejemos los delirios de grandeza. La situación económica a la que irremediablemente nos vamos a ver abocados en breve va a permitir -lamentablemente- un mayor acercamiento de los cerebros a la realidad y -también lamentablemente- va a inducir a unas mucho mayores diferencias sociales indeseadas para un elevadísimo porcentaje de ciudadanos; el resto no debería considerarse miembro de una sociedad cabal.
    Resulta realmente triste.

    • Muchas gracias, Pedro, por tu nuevo comentario y participación en https://www.traslamascara.com, al hilo del artículo «Siglo XXI: ¿menos derechos a cambio de qué?». Una cosa es evidentemente cierta, hoy vivimos peor que hace veinte o quince años. Quizás en el umbral de los 90’s del siglo pasado repetimos situaciones sociales vividas anteriormente en los años 20’s del siglo XX, aquellos «locos años» que no fuimos capaz de entender que estábamos reviviendo en los 90’s, pero es que el confort y la felicidad, a los humanos, por nuestra propia insatifacción patológica, nunca nos parecen suficientes. Hoy sí somos capaces de reconocer que aquellos años vividos fueron extraordinarios y que, hasta hoy, hemos vivido una involución, tanto en derechos, como en libertad de expresión, derechos fundamentales e, incluso, aceptación de quien no piense como nosotros. Tienes razón en tu argumento de que debemos volver a la vida real de este poco ‘entusíasmico» año 2020, muy alejado de lo que soñamos para estas alturas del Siglo XXI, pero, sin duda, es el marco donde los seres humanos deberemos volver a dar muestra de nuestra fantástica capacidad de adaptación al entorno …¡que remedio queda!. Abrazos.

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