Madre Coraje

27 Sep 2015

Corre el año 1618 y una nueva guerra recorre Europa, contendientes de uno y otro lado hablan de la justicia que alienta a sus bandos, es una guerra religiosa, católicos y protestantes se devastan mutuamente y lo harán a lo largo de treinta largos años. Anna Fierling -Madre Coraje- y sus hijos, tiran de un pequeño carro, haciendo negocios con soldados de ambos lados, ella pragmática, distante y calculadora, incluso un punto antipática, no quiere tiempos paz…¡en la guerra se gana más!, lo dice y lo justifica: “No dejaré que me hablen mal de la guerra / Dicen que destruye a los débiles / pero esos revientan también en la paz / Lo único que pasa es que la guerra alimenta mejor a sus hijos.

Madre_CorajeBertolt Brecht (1898/1956) utiliza la metáfora de “la guerra de los treinta años” en el siglo XVII, para construir con esta obra un alegato contra la guerra y el comercio, en un texto escrito durante 1939 en medio del atronar de nuevos tambores bélicos en la vieja Europa, y para ello crea el personaje de la antiheroína “Madre Coraje”, cuyas claves desvela magistralmente en la escena en que ésta hace números con los dedos mientras regatea con los soldados para evitar la muerte de uno de sus hijos. La disección brechtiana del personaje de Anna Fierling, entre el partido sacado a la guerra y el dolor humano, es la clave de este drama, “Madre Coraje” obtiene beneficios, pero el precio que paga por ello son sus tres hijos: Eilif, Schweizerkas y Katerina.

La reposición de “Madre Coraje” en este momento es un acierto, su argumento es de una actualidad casi brutal. A lo largo de todo el mundo los conflictos bélicos se suceden, de nuevo las palabras negocio y guerra se entrelazan y, en todo caso, ¿qué es la crisis que vivimos -financiera, económica, social y ética- sino una guerra donde los cañones han mutado a formas más sofisticadas, con cientos de miles de víctimas y consecuencias igual de devastadoras?.

La producción de Atalaya, dirigida por Ricardo Iniesta, llega hasta la sala Fernando Arrabal de Las Naves del Español, en Matadero, con una puesta en escena limpia de elementos decorativos, donde la estructura del carromato del que tira “Madre Coraje” va protagonizando los espacios, transformándose según demanda cada momento de la obra, mientras los ocho actores permanecen en escena durante todo el espectáculo, acompañados de un grupo de espectadores instalados en dos pequeñas gradas laterales, buscando el efecto de representar, de forma metafórica, a las víctimas de las consecuencias de las guerras, en palabras del propio director; si bien, habiendo presenciado el espectáculo desde esas gradas, debo decir que el sonido, especialmente en los momentos del relato, a través de un micrófono descolgado del techo, no llegaba de la forma adecuada.

Madre_Coraje1Desde el punto de vista interpretativo, Carmen Gallardo, construye, adecuadamente, el personaje de “Madre Coraje” explotando los perfiles originales planteados por Bertolt Brecht, mujer despreciable y avarienta que se mueve entre cálculos de beneficios, sangre y desgracias, contando para su lucimiento con la entrega del resto del elenco: Raúl Vera, Silvia Garzón, Manuel Asensio, Jerónimo Arenal, Raúl Sirio Iniesta, María Sanz, destacando el trabajo realizado por Lidia Mauduit en el papel de Katerina, la hija muda.

El resultado final del espectáculo es algo irregular, fundamentalmente por la forma en la que se concatenan ciertas escenas y el efecto del exceso de canciones que se presentan en la obra, siendo discutible que se haya optado a que la mayor parte de ellas se interpreten en alemán.

En cualquier caso el montaje tiene un interés innegable que nos brinda la oportunidad de revisar a Bertolt Brecht y disfrutar de la reflexión crítica que nos aporta, especialmente en momentos tan convulsos como los que vivimos actualmente. Aprendamos de la historia para evitar los errores del pasado.

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