Los hermanos Karamázov

02 Ene 2016

Karamazov2Leyendas griegas, romanas y fenicias ilustran el mito del hijo que derrocó al padre, así como Zeus, junto con sus hermanos Poseidón y Hades, acabó con Cronos, igual que éste, a su vez, había acabado con su progenitor, Urano.

La última obra escrita por Fiódor Dostoievski, culminada en 1880, tras dos años de trabajo, está considerada como una de las piezas más importantes de la literatura universal, utilizando el marco general de las tensiones entre un padre despótico y pragmático, Fiódor, pegado a las posesiones y a lo terrenal, enfrentado a las distintas personalidades de sus hijos: Aloisha, el hijo pequeño, todo castidad y espiritualidad; el atormentado Iván, atrapado entre su racionalidad y el rencor; el huraño y antipático Smerdiakov, hijo ilegitimo, condenado a hacer de sirviente, mientras roe rabia; y el primogénito, Dimitri, tan parecido al padre como para que ambos lo nieguen: hedonista, despilfarrador y pendenciero. La tensión brota desde el primer momento, anunciando la tormenta que finalmente se desatará.

Dos mujeres aprietan, y entrelazan, como nudos, las difíciles relaciones entre los cinco Karamázov; Katerina joven de buena posición y prometida de Dimitri, con la indisimulada ambición, y aquiescencia, del padre, Fiódor, es ansiada por Iván, mientras pone el contrapunto a Grúshenka, mujer de vida más complicada, que va sobreviviendo a través de hombres que la protejen, de la cual se enamoran, a la vez, el padre y su primogénito, estableciendo un nuevo campo de batalla.Karamazov1

Las más de 800 páginas del texto original, desarrollado en doce libros, con un prólogo y el epílogo, es acertadamente adaptado por José Luis Collado resumiendo la esencia de la obra, manteniendo los grandes temas de su trama: religión, política, moral y economía, más allá de la enconada tensión paternofilial de los Karamazov.

Dos citas terminan de posicionar la tensión de la trama: “…si un Karamázov se enamora de una mujer es capaz de dar por ella a sus propios hijos, de vender a su padre y a su madre. Si es honrado, robará, si es pacífico, matará. Y aunque sea tu mejor amigo, te traicionará…» y aún más carga dramática cuando Fiódor, el padre, dice: «…los Karamázov no vivimos, quemamos la vida», al identificar en sus hijos, incluso en el menos querido, los rasgos de su propia genética, pronunciado una afirmación que suena a profético epitafio.

Karamazov4La dirección de Gerardo Vera es notable, utilizando, acertadamente, una puesta en escena, casi minimalista, que consigue sumergir al espectador en el mundo deprimente y turbio que la trama requiere, pero huyendo de elementos innecesarios, dando protagonismo a un excelente trabajo de iluminación, de Juan Gómez-Cornejo, especialmente brillante en la escena de la estación de tren, al recibir Fiódor a Katerina a pie de andén.

Karamazov3Hasta trece actores vemos en escena en esta obra y el resultado del conjunto es notable, destacando especialmente el protagonismo de Juan Echanove, inmenso en su trabajo representando al egoísta, y egocéntrico, Fiódor Karamázov al que dota de unos adecuados perfiles de canalla y vividor, bien secundado por todo el elenco, especialmente por Ferrán Villajoyosa interpretando al joven hermano, Aleksei, personaje cuya perfección fue diseñada por Dostoievski mediatizado por la muerte de su hijo, del mismo nombre, de tres años, poco antes de escribir este texto. Mención aparte merecen también Óscar de la Fuente en su convincente papel de Smerdiakov y Lucía Quintana con una sencilla, y muy difícil, perfección como Katerina. El personaje que menos satisface en el espectáculo resulta ser el de Dimitri, perdedor en todas sus réplicas en escena, tanto con Fiódor, como con Katerina, Aloisha o Iván, aunque quizás la razón no dependa al 100% del trabajo de Fernando Gil, sino también de los perfiles que se han buscado en su rol en esta adaptación.

El reto de presentar un espectáculo de más de tres horas en escena, requiere de muchos equilibrios y, quizás, ese sea el mayor logro de Gerardo Vera, con su dirección. “Los hermanos Karamázov” supone una de las cimas de la temporada teatral en Madrid, resultando una muy sólida propuesta que nos presenta el Centro Dramático Nacional, en el Teatro Valle Inclán, hasta el 10 de enero, que ningún buen aficionado a las tablas debería perderse. Muy recomendable.

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