Iván y los perros, crítica teatral

13 Jun 2017

Iván y los perros, crítica teatralIván y los perros, crítica teatralLos autores teatrales han sabido inspirarse para las tramas que presentan a nuestros ojos desde la mas cruel realidad, y éste es el caso del británico Hattie Naylor que supo utilizar la historia real del niño Iván Mishukov, en el Moscú de los años 90’s del siglo XX asolado bajo las consecuencias del mandato de Boris Yeltsin con los movimientos, más allá de telúricos, que convirtieron la sociedad soviética, en una nueva Rusia, con más zares que antes de la revolución de 1917, nuevos ricos todos ellos, cara de una moneda en la que la cruz era una miseria cuyas primeras víctimas fueron los más débiles que se vieron sin otro hábitat para sí que el raso del cielo sobre la ciudad, y entre ellos, perros y niños de unas familias, que ante la escasez, enviaron a la calle a las bocas que no podían mantener.

¡Así que todo el dinero se esfumó!

La miseria engendra miseria y las crisis, más que oportunidades, son el caldo de cultivo para la deshumanización.

Iván y los perros, crítica teatralIván Mishukov huyó, a sus cuatro años, de los abusos de su padrastro, y se alejó de su casa, donde el vodka, o cualquier tipo de alcohol, se había apoderado de su madre; pensó obtener limosna en las calles moscovitas, pero terminó por hurgar en los cubos de basura para conseguir algo que llevarse a la boca y ahí se encontró con un grupo de perros callejeros que terminaron por convertirse en su familia …más exactamente en su manada, de la que, con el tiempo, se convirtió en líder. Una gran alegoría la de obtener más empatía en unos animales, que con otros seres humanos. Iván encuentra en esos perros el amor que sus congéneres le niegan, quizás ello tenga que ver con el sistema limbico, que el cerebro de los animales utilizan, mientras los humanos hemos sometido y condicionado tanto, hasta llegar a caer en su desuso.

Se trata de ahora
…no de ayer, ni de mañana.

Iván y los perros, crítica teatralLa historia de Iván y los perros llega hasta la sala Margaríta Xirgú del Teatro Español, de Madrid, versionada por Juanvi Martinez Luciano y Víctor Sánchez Rodriguez, con una acertada dirección de éste, presentándonos una escenografía, sencilla y minimalista, donde domina el color blanco, en una metáfora que nos conecta con la nieve que inunda Moscú en su invierno, con una conseguida iluminación, de Luis Perdiguero, que remarca el efecto dramático de cada momento.

Iván y los perros, crítica teatralEl espectáculo se desarrolla en forma de un monólogo en el que Iván nos va relatando los hitos de su historia, a través de una formidable interpretación de Nacho Sánchez, joven actor abulense ya reconocido en 2016 con el premio a actor revelación por su trabajo en “La piedra oscura”, que aquí nos sorprende por sus prestaciones, tremendamente versátil en su trabajo, tanto en la dicción, como en el énfasis puesto en cada momento, la expresividad de sus ojos y en su agilidad para los movimientos, consiguiendo que su deambular por la escena sea como una especie de ballet, perfectamente medido, y a la vez natural. Gran trabajo que anuncia una más que prometedora carrera teatral.

Ahora todos los perros me aceptan …¡soy un perro!.

Iván y los perros, crítica teatralIván Mishukov es hoy un oficial del ejercito ruso, que ha desarrollado en sí el arte de la oratoria de manera eficiente. Su experiencia demuestra la afirmación de Aristóteles de que “los humanos nacemos como un lienzo en blanco, sin nada en nuestro intelecto, absolutamente moldeables y vacíos», pero con la capacidad de aprender. Iván aprendió a ser un perro, incorporando luego los aprendizajes del ser humano que es hoy; aunque lo primero seguirá en la esencia de su ser, sea quien sea y vaya a donde vaya.

El programa de mano de esta obra termina su referencia a ella con la expresión “Un aullido necesario para estos tiempos” y esa es la mejor forma de terminar también esta crítica. Una obra para remover conciencias, muy bien interpretada y eficazmente presentada por todo el equipo encabezado por Víctor Sánchez Rodriguez, desde la mayor naturalidad, pero con la capacidad de enfrentarnos a las grandes incongruencias que nos acompañan a los seres humanos.

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