El enfermo imaginario, crítica teatral

10 Dic 2020
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fotografía de Sergio Parra

Flotats y Molière son dos nombres unidos por el teatro, el primero con una larga carrera como actor, a sus estupendos 81 años de edad, además de director teatral, que estuvo, y siempre estará, vinculado a la Comédie-Française (Théâtre Français) donde se convirtió en referencia, hasta ser galardonado con la Legión de Honor francesa, máxima distinción en el mundo cultural de Francia.

Jean-Baptiste Poquelin, llamado Molière, es reconocido como uno de los grandes dramaturgos de la historia y desde luego cumbre del teatro francés, tanto como para que Flotats se refiera a él como «el patrón” en sus recuerdos sobre sus tiempos “La Comédie”, compartiendo sobre ello la anécdota del pellizco en la nariz con lo que saludaban todos, al entrar o salir,  a su busto esculpido por Houdon, que preside aquella sede, también conocida como “La Maison de Molière”. La hábil dramaturgia de Poquelin hizo diana con su acerado sentido del humor e ironía sobre las costumbres y usos de su época, cumpliendo el precepto, muy popular por entonces, enunciado Jean de Santeui, respecto a la comedia, de “Corrige las costumbres riendo” (“Castigat ridendo mores), algo que supone un denominador común en algunas de sus más conocidas obras como “El enfermo imaginario”, “El avaro” o “El tartufo”.

“Anda, come y bebe como todo el mundo, pero eso no impide que esté enfermo”

Flotats se presenta en el Teatro de la Comedia de Madrid, debutando en una producción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, con una cuidadísima propuesta sobre “El Enfermo Imaginario”, en la que destila su buen gusto y acrisolada experiencia en la dirección, además de dar piel a un “Argán” de imborrable recuerdo, que se convierte en el primer homenaje al dramaturgo francés a poco más de un año de celebrarse los 400 años del nacimiento Molière (15 de enero de 1622) y bien podemos decir que “el patrón” allá donde esté, sonreirá ante el óptimo resultado obtenido.

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fotografía de Sergio Parra

La puesta en escena es de gran belleza y sutileza, respondiendo a una idea global que parte de la dirección de Flotats, engarzando con ella la estupenda escenografía diseñada por Ezio Frigerico que representa la casa palacio de “Argán, que se va haciendo visible a partir del descorrer de tres telones, dos laterales y uno superior, que juegan, como todo lo que ocupa la escena, en una gama cromática que va del blanco al negro, con diferentes matices de grises, en cuyo juego también participa un soberbio vestuario creado por Franca Squarciapino con nobles telas y sorprendentes estampados, todos diferentes en cada personaje. Todo uniforme, pero todo distinto a la vez, con el resultado de una gran plasticidad.

“¡Cuántos quebraderos de cabeza… ni siquiera tengo tiempo de pensar en mi enfermedad!”

Mauro Armiño, colaborador habitual de Flotats, se ocupa de la traducción del texto original. Paco Ariza juega hábilmente con la iluminación, de menos intensidad a más, en cada una de las escenas, con una prestación destacada. Daniel Espasa convierte la composición musical en un elemento más del óptimo resultado escénico.

Flotats está estupendo en su creación del personaje de “Argán y a través de él nos imaginamos al mismísimo Molière, quien lo llegó a representar el propio día de su muerte, el 17 de febrero de 1673, a los 51 años.

“¡No conozco hombre menos enfermo que vos!”

Los perfiles del hipocondriaco, a veces comedido y hasta humilde, otras soberbio y prepotente, siempre dimagen 2ecidido a imponer sus manías y a que los demás hagan lo que él quiere que hagan, para, finalmente, llegar a ser burlado y manejado, son magníficamente administrados por Flotats; controlador en la contabilidad de lavativas, purgantes, sangrías y sueldos, pero confiado marido y paciente de dolencias solo ilusorias. Perfecta interpretación, llena de naturalidad y medida exacta.

Anabel Alonso realiza un contrapunto perfecto a Flotats (actor) y “Argán» (personaje), recreando a “Tonina” la criada bienintencionada, convirtiéndose en el segundo gran punto de atracción de la propuesta, manteniendo una batalla dialéctica, con su señor, llena de humor y desparpajo, pero sin ninguna exageración, con lo mejor de la tradición “bufonesca” pero sin entenderse payasada alguna, sino más bien, al contrario, en el rol de cercano asesor de los bufones en la corte de cualquier rey, a quienes se les reconocía el gran mérito de humanizar a su respectivo amo, haciéndole sentirse y verse como un mortal más, algo que aquí logra «Tonina«, de “Argán”. Estupendo trabajo.

“Casi todos lo hombres mueren de sus remedios, no de sus enfermedades”

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fotografía de Sergio Parra

Junto a Josep María Flotats y Anabel Alonso, otros nueve actores componen un elenco bien escogido, que denota un buen trabajo de casting, con Belén Landaluce componiendo eficazmente a la dulce e inocente “Angélica”; Rubén de Eguía (El gran mercado del mundo) como el enamorado “Cleantes«, en un desempeño de menos a más; Bruno Ciordia (Madre Coraje y sus hijos)  en un convincente “Oliscante«; Francisco Dávila divertido y creíble en el personaje del ‘cortito’ y ‘pánfiloTomás Diarreus”, un punto por encima de Eleazar Ortiz al recrear alSeñor Diarreus”, padre del anterior; Lola Baldrich (Las pingüinas) recrea a “Belina, madrastra de “Angélica y esposa de “Argán con algún punto de exageración que le da un toque esperpéntico que no le va mal a su personaje; Alejandro Sigüenza interpreta al “Señor Buenaféacreditando la mala fé de su personaje; Arturo Martínez Vázquez optimiza adecuadamente el escaso tiempo en escena del “Señor Purgón que interpreta y Joaquín Notario (La dama duende, El alcalde de Zalamea) compone al hermano de “Argán, “Beraldo, de una manera deliciosa, participando en una estupenda escena entre ambos, en la que la palabra ‘hermano’ se repite hasta la saciedad, de forma divertida.

“El difunto no está muerto”

cartelEn tiempos de pandemia sanitaria como los actuales pocas obras más oportunas que “El enfermo imaginario” de Molière, aunque nada tengan que ver los médicos de hoy con los galenos y boticarios del siglo XVII, y a pesar de que los hipocondriacos existan hoy igual que entonces. El artefacto de la sanidad convertida en lucrativo negocio, por encima de la necesidad de la mayoría social del momento, supone una interesante metáfora en estos tiempos del Coronavirus Covid-19.

Un montaje presentado en un bello formato, con cuidadísima puesta en escena y bien interpretado, que se convierte en absolutamente imprescindible dentro de la oferta teatral de esta temporada 2020/2021 , inaugurando los fastos del cuatrocientos aniversario del nacimiento de Jean -Baptiste Poquelin “Molière”.

 

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