Correcciones y comunicación

01 Abr 2015

Correcciones y comunicación, en esas dos palabras parecen estar las claves en las que confían dentro del Partido Popular para poner remedio a la inercia de la desafección social que la legislatura que comenzó Mariano Rajoy con la mayoría absoluta más estruendosa de la historia democrática española desde la transición, a la cabeza de la formación que hoy encarna el poder en este país, camino de convertirse, en poco más de tres años, en minoría sin paliativos.

La política de comunicación impuesta por el PP durante estos años se ha cobrado varias víctimas entre los periodistas más críticos con el poder, los relevos en medios de prensa cómo El Mundo, El País o La Vanguardia, unidos al veto, entre otros, de Pedro J. Ramírez, Hilario Pino, Jesús Cintora o Ana Pastor escenifican un férreo control entre lo que se dice y lo que se no dice, lo cual ha sido especialmente evidente con la noticia que, a su pesar, ha marcado esta legislatura, aunque negada una y otra vez por el Partido Popular, por cierto con bastante poco éxito, desde el punto de vista del convencimiento social que existe sobre ello: su presunta financiación irregular desde hace 18 años.

Tras la pérdida de más de 500.000 votos en las elecciones andaluzas, que les ha supuesto perder 1/3 de los escaños con que contaban, a dos meses de las elecciones municipales y autonómicas, y a siete meses de una convocatoria de elecciones generales, parece que de la necesidad se hace virtud y es tiempo de “correcciones”, por una parte sobre la Ley del aborto, que se mantiene básicamente en su actual formato, por otro lado con modificaciones sustanciales en materia de sanidad respecto a colectivos como los inmigrantes “sin papeles”, con anunciadas bajadas de impuestos no concretados, etc… e, incluso, con filtraciones interesadas respecto a sustituciones de “rostros” populares desgastados ante la sociedad (Cospedal, especialmente), pero la corrección definitiva sólo tiene una “clave de bóveda” apropiada: el actual presidente del gobierno, Sr. Rajoy, responsable de una legislatura política cuatrianual, aún no cumplida, que ha sido la que más dolor ha generado a la sociedad española en su reciente historia, empobreciéndola, recortando derechos, con menos sanidad, con menos educación, con menos solidaridad, extinguiendo, de hecho, la Ley de Dependencia, dilapidando los derechos de los trabajadores con una reforma laboral injusta y, además, a pesar de todo ello, sin conseguir rebajar el déficit público.

Los datos no son subjetivos, la tasa de paro española es hoy de 23,20% siendo la segunda más elevada de toda la Unión Europea, el paro juvenil se eleva al 50,70%, el déficit público se sitúa en el 5,50%, nuestra deuda pública externa supera el 103% del PIB, las cifras no dejan margen a la duda, pero también en materias cualitativas como la transparencia, la independencia judicial o la desigualdad nos comparamos mal no ya con países de nuestro entorno, sino con países de un potencial económico muy inferior al español; la OCDE, en su informe de 2014, reseñó que España es el país, de entre sus miembros, donde más ha crecido la desigualdad.

No sabemos hasta donde llegarán los cambios que pretende aplicar el Partido Popular y, sin confiar en ellos, sí intuimos en qué dirección estarían los que la sociedad española querría, y ambiciona, en todo caso el actual presidente del gobierno de España podría pasar a la historia, en pocos meses, por ser el primero desde la transición, en no lograr renovar mandato y, con seguridad, las razones de ello estarán más en él, que en el entorno, los acontecimientos o la forma en que éstos se comunican.

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